domingo, 14 de febrero de 2010

ESCUCHEMOS A SARAMAGO Y A SIGIFREDO LÓPEZ.

"...

–¿Usted es creyente? –me preguntó.

–Sí –respondí–. ¿Y usted?

–No, soy ateo, creo en la astrofísica, una divinidad un tanto ebria y metafísica, pero diosa al fin.

–Alguien dijo, si Dios no existe todo está permitido. Para los ateos ¿todo está permitido?

–Para mí no –contestó de inmediato–. A nadie le está permitido todo. Las leyes y la conciencia nos imponen límites. Los derechos humanos son una hermosa religión laica. No matarás, no torturarás, no enturbiarás las aguas, no tiznarás el aire.

–Entonces, ¿por qué hay tanta injusticia y crueldad en el mundo?

–Porque hay sujetos muy enfermos, y muchos de ellos (el Diablo sabe cómo hace sus cosas) están en las más altas posiciones…

–¿Cuál es la cualidad humana que más admira?

–Dos: La inteligencia, una destreza de la mente, y la bondad, que es la inteligencia del corazón.

–Si tuviera que escoger entre ser inteligente o ser bondadoso, ¿qué elegiría?

Por primera vez, Saramago se tomó su tiempo para contestar.

–Creo que me quedo con la bondad. Podría vivir con una mente lenta, pero me molestaría sobre manera tener un corazón duro.

–¿Cómo se imagina el mundo dentro de cien años?

–¡No me lo imagino!

–¿Así de pesimista es usted?

–No es que yo sea pesimista ¡es que el mundo es pésimo!
…".

Tomado de la columna “La Plana” de Julio César Londoño,” El País”, 11 de febrero de 2010.

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